martes, 9 de abril de 2013

De la A


Cuando leo un genérico masculino no me siento identificada. Lo siento, pero no. No me hallo en la "o", no me encuentro en su plural. Esa "o" es un encierro, esa "o" es un pozo.

Cuando veo una "a", cuando leo una "a", me siento presente, siento que formo parte de esa curvatura que abraza la existencia de mi persona, siento que nazco con ella para no morirme nunca.

Hay quienes no entienden el sentimiento de nulidad que produce una palabra cuando afirma incluirte y su inclusión no es más que un espejismo; cuando las hojas te mantienen ausente de sus renglones; cuando la Historia es un cúmulo de transparencias enredadas en el olvido tanto para las de tu género, como las de tu etnia o las de tu clase.

¿yo? ¡YA!

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