lunes, 29 de diciembre de 2014

Centro Social Okupado*

CSO Taucho
Dicen que a la utopía le han soldado todas las puertas
para que nadie pueda acceder a ella
pero rendirse para nosotras no es ninguna opción
no hay puerta que resista un buen patadón.

Y vamos pa'dentro con las ganas
pa'dentro con la rabia
pa'dentro con tu voz, tu mirada
pa'dentro con alegría
pa'dentro con la rebeldía
pa'dentro vamos todas a buscar la utopía

Y se habita el olvido, se habita la memoria
se recupera la olvidada historia
Y no hay mío ni tuyo, no hay ni adentro ni afuera
y ya no hay hambre y no hay miseria
Y la propiedad privada es sólo un mal recuerdo
nada de es de nadie, ¡el mundo es nuestro!

Pero tipos vestidos de ladrillo quieren quitarnos del medio
los poderosos odian nuestros sueños
y quieren construirle a la utopía una pared
¡pero con nosotras no van a poder!
llevamos toda la verdad por dentro
vamos pariendo un mundo nuevo

Y seguimos resistiendo
la vida no puede ser esto
nacer-trabajar
trabajar-morir.



* Dedicado al CSO Taucho por su reciente triunfo.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Apología de mí

No me pidan que me ame y me odie a la vez.
Que tenga la autoestima alta, pero rechace la gordura.
Que pida respeto por los cuerpos, pero no defienda mi cuerpo gordo.

No puedo amar un cuerpo abstracto.
No puedo amar un cuerpo que no tengo.
No puedo amar un cuerpo distinto a este que siento y vivo.
No puedo sino amar mi cuerpo gordo.
Amar mi gordura.

No es apología de la gordura,
es apología del amor corporal,
es mi derecho a reconciliarme
con quien siempre me dijeron que era un enemigo.
Es mi derecho a amar el cuerpo que tengo.

No es apología de la gordura.
No es apología de la obesidad.
Es apología de mí.



viernes, 19 de diciembre de 2014

Las "Gordibuenas" y el ritual de la salvación.


Empecemos con algo simple: hay una graaaaaan diferencia entre romper la norma y agrandarla.

Agrandar una norma implica que más gente quepa dentro de ella (aunque siga habiendo gente fuera de ella); romper la norma es romperla de raíz para que no haya nadie ni fuera ni dentro.

Siempre que hay movimientos políticos, sociales, culturales, que quieren romper determinadas normas, hay un grupo de personas que, aunque en un principio parece que quieren romper la norma también, al final terminan agrandándola para caber al menos ellxs, porque ven la posibilidad clara de "normalizarse" y entrar al privilegiado terreno de los normales o la normalidad, y no se resisten a ello. A esto le llamo "ritual de la salvación": a ese común momento en el que -de repente- un grupo que estaba unido en una lucha concreta se ve escindido porque unxs cuantxs vieron la oportunidad propia, el rayito de luz y esperanza, la ventana abierta en la casa de la normalidad y el privilegio, y se metieron de lleno dejando al resto del grupo afuera (porque bien es sabido que no cabemos todxs allí).
Tara Lynn modelo plus-size.. "gordibuena"


Algo así pasa por ejemplo con los homosexuales que se casan, y forman familias burguesas, y son blanquitos, europeos y tienen pasta (¡y a veces son conductores de tv!) y la gente los "perdona" porque dice "¡vaya! ¡parecían raritos! ¡pero son casi como nosotros!... ¡y hasta salen en la tele!"...  esos homosexuales que hasta se pueden dar el lujo de ser de derechas y apoyar a partidos que defenestran a personas como ellos pero de clase baja (da igual que ataquen a mis iguales, que total a mí el dinero me salva, ¡¡estoy salvado!!). ¡Ouch!

También pasa con la clase media dentro del capitalismo. Cuando las papas queman y estamos en una crisis económica bestial (como ahora mismito), no dejan de oírse propuestas que se ajustan a la perfección a la clase media: ¡¡queremos volver a tener nuestros privilegios de clase media joder!! Pero las propuestas de la clase baja (esa clase que, haya crisis o no, es pobre igual) de cambiar todo de raíz, no son escuchadas NUNCA. Las cosas que escuchamos son algo así como "tengo una carrera y tres másters y aún así tengo que emigrar", o "tengo una carrera y tres másters y aún así tengo que trabajar en Mc Donalds"... es decir: ¡No quiero ser pobre! ¡Que pa'eso he estudiao! ¡Devuélveme mi privilegio! (vamos, que el problema no es el curro de mierda en el McDonalds o emigrar.. el problema es que lo tenga que hacer YO).

Y así también ocurre con ser emigrante: no es lo mismo ser un español en Alemania que un negro que llega en patera... ¡¡¡por favor!!! ¡¡¡no confundamos las cosas!!! (nótese la ironía). Y encontramos mucha gente que, siendo europeo emigrante, o teniendo familia emigrante por Europa, critica luego espantado que haya un montón de africanos queriendo cruzar la valla de Melilla (¡¡¡miraver si encima nos traen el ébola!!!)*


Llegadxs a este punto, mejor ir dejando claras varias cuestiones:


1. Hay una clara la diferencia entre buscar tu hueco en la privilegiada normalidad y romper de lleno con la norma.

2. Mucha gente confunde luchar por cuestiones justas con luchar por "salvar su propio culo".

3. El privilegio aporta ciertas comodidades, y vivir en la periferia (económica, política, cultural, corporal, sexual, etc.) es una maldita mierda (lo sabemos). De ahí venga, probablemente, el éxito de las propuestas no radicales de "salvémonos al menos unos cuantos y que el resto se las arregle".


Parece ser que esto está ocurriendo en el feminismo también**, sobre todo en un ambiente en el que desde Stop Gordofobia estamos metidas de lleno: la lucha contra la violencia estética. Los cuerpos disidentes, más específicamente las gordas, estamos reclamando existencia, y hay mucha gente, muchas webs y muchos colectivos, visibilizando este tipo de lucha. ¿Qué pasa? Que, tristemente (consciente o inconscientemente) ya se está viendo el tufo de "salvémonos las que podamos" y el body positivity del cuerpo gordo se está convirtiendo en un nuevo sesgo de belleza entre las propias gordas.

Me explico: el concepto de gordibuena ha entrado cómodamente en nuestro vocabulario, visibilizándose una "gordita" (es decir, una piba que no es delgada, pero tampoco es gordísima) que se viste bien, sabe sacarse partido, se maquilla, está empoderada, es simpática... Y, además, agreguemos que el surgimiento de este concepto ha estado muy relacionado con páginas de moda que publican consejos de belleza, de ropa, calzado,etc.

Está de sobra decir que donde haya una gorda empoderada yo soy feliz; se vista como se vista. Pero el problema está en que nuevamente se está creando una categoría excluyente (esta vez entre las gordas): si existe la gordibuena, existe automáticamente la gordimala (nuestra cultura, nuestro mundo y nuestro lenguaje funcionan -lamentablemente- así: parejas de opuestos, binarismos... si existe uno, existe el otro... o como plantea Derrida, una "presencia" genera una "ausencia").

Hay artículos en los que se ha pretendido definir -de buen rollo y en tono humorístico- a la gordibuena, y se ha hablado de caras bonitas, cuerpos gordos pero bien formados, simpatía, sacarse partido, etc. Pero, en mi opinión, hay que ir más allá: podemos ser gordas en tacones o gordas en chándal sin caer en categorizarnos como buenas/guapas o malas/feas por ello, y podemos ir todas a romper la norma maquilladas o de cara lavada.



A mi modo de ver la "gordibuena" implica muchas cosas negativas para la visibilización de las gordas en su conjunto, por ejemplo:

1. La exigencia de una apariencia determinada (por lo general las gordibuenas son las que se "sacan partido" a través de maquillaje, ropa bonita, etc) y con ello es asociable a una clase social determinada (yo, por ejemplo, no tengo dinero para comprarme ropa bonita, ni complementos, ni tiempo, ni na).

2. La exigencia de una edad determinada (por lo leído y visto hasta ahora, se asocia la gordibuena a la juventud, nunca vi que se hablara de una gordibuena de 50 años...)

3. La exigencia de una gordura limitada (no he visto JAMÁS una foto de una chica etiquetada como gordibuena que yo la vea y diga automáticamente, "es GORDA", así, con todas las letras... suelen ser grandes, exhuberantes, entradas en carnes, pero no GORDAS... son más una Tara Lynn que una Beth Ditto).

4. Suele implicar cierta proporcionalidad, lo que nos trae a la memoria toda la historia de la "matematización estética" desde los griegos hasta nuestros días, donde la propoción del cuerpo humano se establecía como medida primordial de la belleza (nunca vi como imagen de la gordibuena a una gorda de espalda ancha y piernas delgaditas, o una gorda de enorme culo y espalda pequeña, etc... incluso la "proporcionalidad" sale como característica de la gordibuena en un artículo de la ya conocida página weloversize).

5. No molestar a los ojos (sobre todo a los masculinos): la gordibuena es fácilmente aceptable hasta por el tipo al que le gustan las delgadas.. son bonitas de cara, cuerpos un poco más gorditos que los delgados pero no mucho, son coquetas, simpáticas... no unas gordas deformes amargadas que encima ni se sacan partido... lo que además, por cierto, nos culpabiliza/responsabiliza a las gordas por no gustar a los demás, en vez de señalar a los cánones como culpables (¡es ella! ¡que no se saca partido!) y hasta cierto punto puede llegar a justificar la discriminación que sufrimos.

6. Exigir aceptación: la mayoría de los artículos que leo referidos a las gordibuenas parecen decir "¡quiérenos por favor!" "acéptanos en tu club de bellas", haciendo que todo gire en torno NUEVAMENTE a la aceptación de los demás sobre mi cuerpo... sin embargo, a mi modo de ver, lo necesario para romper con la norma es decir "aquí estoy y si no te gusta, TE JODES" implicando por un lado que si se da la no-aceptación al menos no nos destruya y, por otro, que la exigencia sea de respeto -no de aceptación- mientras tomamos el espacio público empoderadas y sin escondernos.

 
Selfie de la fotógrafa Iiu Susiraja
En conclusión, la gordibuena es una gorda que cumple ciertos cánones de belleza oficialmente establecidos a la que se le "perdona" su gordura y por eso -por cumplir todos los demás criterios- le es permitido entrar al "club de las bellas" (las privilegiadas de la norma). En este sentido, se amplía la norma y caben unas cuantas gordas, pero el resto de gordas seguimos quedando fuera, seguimos siendo señaladas, humilladas, discriminadas, etc. Ya sea porque no tenemos una cara bonita, porque vamos en chándal o mono de obra, porque somos trabajadoras del hogar con manchas de lejía o comida por todas partes, porque no tenemos pasta para hacernos una limpieza de cutis o para comprar ropa bonita, porque ya no somos jovencitas, porque somos viejas, tenemos canas, estrías, la tripa caída, somos desproporcionadas o mucho más gordas de lo aceptado, tenemos celulitis o lo que sea... pero quedamos afuera, COMO SIEMPRE.

¿Que hay muchas pibas a las que esto les viene bien para su baja autoestima? ¡Por supuesto! Suponemos que habrá muchas pibas a la que la vida les será mucho más fácil de este modo, y serán mucho más felices en su día a día mirándose al espejo o caminando por la calle sintiéndose gordibuenas, iguales a las de la revista... pero ésta, amigxs, no es nuestra lucha.

  
Nuestra lucha NO es ampliar la norma estética. Es destruirla. 
O cabemos todas, o que no quepa nadie.

#StopGordofobia 

 ____________________
* Incluso se está utilizando un término para distintguir entre los dos tipos de emigración. Cuando se habla de europeos, no se dice "emigrantes" sino "expatriadxs". Ejemplo aquí, en esta sección del periódico español "El País": http://elpais.com/tag/c/bf240216bf99b85ef7147b805406509e

** Aunque se hable aquí de los feminismos que luchamos contra la norma estética, somos conscientes de que esto ocurre en más ambientes feministas, aunque entiéndase que aquí nos limitemos a hablar específicamente del que conocemos y sobre el que se pretende hacer hincapié desde el principio.  :)

martes, 9 de diciembre de 2014

Jenny Marx (¡no al marx-chismo!)

"Teniendo condiciones económicas y sociales, ofrecidas por su familia, para haber ocupado otra posición social, la bella baronesa prusiana las rechazó todas y cada una de ellas y aceptó, sin embargo, permanecer para siempre junto a Marx, le dio su amor y su cariño, consagró su vida al servicio de su marido y de su prole. Pero sobre todo, y  ahí radica la importancia de ésta mujer,  le procuró la estabilidad, la paz, el sosiego y la despreocupación doméstica necesaria y suficiente  para que él se consagrase a  la creación,  inmensa, teórica y política que ayudaría a cambiar el mundo"***



Como el 99% de las mujeres que se casan (y encima aguantan hasta el final su compromiso) Jenny Marx tuvo una vida bastante miserable junto a su esposo, Karl Marx. Tanto es así que el propio Karl Marx, cuando su hija Eleanor comenzó a salir con el socialista radical Lissagaray (¡un anarquista! según Karl), se opuso a la relación fervientemente (aunque ella como buena socialista feminista se rebeló contra la opinión de su padre e hizo lo que le salió de los ovarios). Muchos creían que la oposición de Marx venía porque el susodicho era anarquista (¡razón de peso! ¡válgame dios! ¡un anarquista!) pero la realidad -según la propia Eleanor- es que Marx temía que ese señor socialista-radical diera a su hija la misma miserable vida que él mismo le había dado a su amada Jenny. Porque sí. La quiso mucho. ¡Pero vaya mierda de vida!

Jenny y Karl vivieron juntos no sólo la muerte de varios de sus hijos y la pérdida del respaldo económico de la familia de ella por irse con este barbudo, sino que encima la persecución política a la que fue sometida Karl (¡por ser tan crack!) implicó que tuvieran una inestabilidad económica absoluta durante toda su jodida vida (dependiendo enormemente de las ayudas del camarada Engels), llevándoles -entre otras cosas- a la emigración, a la miseria y al hambre. Eso sí, cuando había algo de pasta -cuenta Eleanor- se daban unos grandes banquetes en su casa, donde los Hombres hablaban de política y economía (y sólo dos mujeres -sus hijas- participaban), rodeados de abundante comida y buen vino... (¡vamos! ¡que se tomaban hasta el agua de los floreros!) Y luego, con la resaca, vuelta a la miseria. 

De Rubén Maldonado [Hysteria.mx]
Jenny era una chica fina, culta, amante de la literatura y la filosofía, de clase alta. Ella y Karl se enamoraron -cuenta la historia- porque se lo pasaban en grande de jovencitxs hablando y debatiendo por ahí (las ideas revolucionarias fluyen... ¡y enamoran, oiga!). Cuenta la historia que ella dejó todo por amor (como bien nos enseña el patriarcado) y pasó a formar una familia, criar hijos y cuidar una casa. Y aguantó todo... Todo. Aguantó incluso -dicen las malas lenguas- hasta un posible hijo bastardo de Karl con la empleada doméstica.

Repetimos: Como el 99% de las mujeres que se casan (y encima aguantan hasta el final su compromiso) Jenny Marx tuvo una vida bastante miserable junto a su esposo, Karl Marx.

Madre abnegada, cuidadora de la prole, descanso del guerrero socialista, transmisora de paz y de sosiego al pensador... puede que sí. Pero nada que exaltar, festejar o de lo que jactarse: el machismo de izquierda o con fin revolucionario, sigue siendo machismo.

___________

*** Fragmento del post lamentable del PCPE sobre la vida de Jenny Marx: http://unidadylucha.es/index.php/mujer/mujer-nueva/1096-pilimin


[La mayor parte de lo expuesto aquí está basada en el libro "Eleanor Marx, hija de Karl", de María José Silveira. (Txalaparta: Nafarroa, 2006)]