jueves, 22 de diciembre de 2016

UNA CRÍTICA DE LA CRÍTICA FEMINISTA DE LA CRÍTICA FEMINISTA DEL REGUETÓN (Sí, lo que lees)

Como nosotras hablamos con lenguas de fuego, se crucifica nuestra cultura.
[G.Anzaldúa]

Resulta que, una vez más, el reguetón volvió a estar en el ojo del huracán feminista en el Estado español. Una petición en change.org para retirar una de las canciones de Maluma (“por misógina y machista”) desató la polémica.

Esto de censurar el reguetón desde Europa me trae a la mente dos cosas que han marcado mi vida respecto a la música y sobre las que quiero exponer mi opinión aquí: 1) la vergüenza que sentía antes al decir que me gustaba la música tropical (salsa, merengue, cumbia, reguetón, etc.) siendo una sudaka que vive en el Estado español; y 2) una vez que lo empecé a decir con orgullo, el derrumbe que supuso una crítica bastante dura que, en una charla feminista, planteó una compa rapera latinoamericana (cuyo nombre no diré por respetar su privacidad), la cual giraba en torno a las europeas y latinoamericanas que defendemos el reguetón aquí en Europa; una crítica a la que creo que hay que darle un par de vueltas, sobre todo nosotras las migradas, que nos encontramos en una seria encrucijada como feministas latinoamericanas "afuera". La cosa tiene más aristas de las que parece y no es tan fácil posicionarse.


LA CRÍTICA FEMINISTA DE LA CRÍTICA FEMINISTA DEL REGUETÓN: El eurocentrismo y el clasismo de la crítica del reguetón en europa. 

Nunca más me van a hacer sentir vergüenza por existir.
[G.Anzaldúa]


Dice Cèsar Rendueles que “la mayoría de la música que el occidente rico odia se baila en pareja y extremadamente pegado. Una pista de baile de reguetón es una especie de consumación de la pesadilla simbólica occidental: una masa sudorosa apretada y sin ilustrar, coreando letras de alto voltaje sexual y proclive a la violencia”. ¿Seremos las sudakas reguetoneras y cumbieras una de las peores pesadillas de europa? ¿Lo seremos incluso para algunas feministas? No sé con certeza qué extraños pensamientos se hallan detrás del rechazo de la música latinoamericana en Europa, pero lo cierto es que ese rechazo es latente. Y en el caso "Maluma" se ve clarísimo, pues es curioso que sea cuestionado con ahínco este sujeto en concreto y sus canciones, pero no otras de origen "autóctono" cargadísimas de violencia machista y misoginia*. 

La cuestión es que, a veces, me da la impresión de que ciertos feminismos europeos olvidan que el machismo es una característica estructural en nuestras sociedades, es decir, que está en todas partes. Así que detrás de la afirmación “el reguetón es machista” encontramos dos grandes errores: por un lado, el error de creer que un estilo musical puede ser machista (la crítica al estilo en su totalidad y no a ciertos contenidos -las letras- me hace pensar que Rendueles tiene algo de razón); y por otro, creer que este estilo es una mancha dentro de una trayectoria musical europea (o mundial) feministamente intachable.... #risas #CARCAJADAS.

El reguetón no es de por sí un estilo machista. Ningún estilo lo es. Hay gente en el Sur del mundo que está trabajando mucho en subvertir los contenidos de los ritmos latinos. Se me vienen a la mente algunas canciones de Ivi Queen, pienso en Sara Hebe (mezcla de rap y cumbia), en Miss Bolivia, Kumbia Queers, Sudor Marika, Chocolate Remix, CHa.Ne.Ca, Torta Golosa… todas sus creaciones revientan de una manera u otra el contenido clásico-machista de la cumbia, el reguetón y similares, siendo el primer "reviente" el hecho mismo de que no sean (cis)hombres-heteros quienes toman el escenario ni el micro. Pero también debemos tener en cuenta que se adueñan de unos ritmos que de por sí ya son rebeldes. En una entrevista, las Kumbia Queers declararon: "La cumbia es el pulso de Latinoamérica, la reina de la calle. Es la música de los sectores más pobres, es el ritmo musical más discriminado y el más bailado, no se enseña, se aprende escuchando... Es el punk latino". Por otro lado, con motivo de la campaña "Ni una menos" de Argentina, Chocolate Remix sacó este tema reguetonero que resume bastante lo que he planteado hasta ahora:

"si baila reguetón
ni una menos
si te dejó por otro
ni una menos...
vamos mujer
baila hasta abajo
menea con esa pollera de tajo
ponte si quieres una tanga debajo
haz con tu cuerpo lo que quieras
QUÉ CARAJO!!"

Amigas feministas europeas, con todo el cariño del mundo: Europa tiene su propia siembra de machismo y estaría bien que empezaran a centrarse en ello. Sea rock, punk, clásico, cantautores, etc., su música también es machista, y el hecho de que ustedes solo vean el machismo de NUESTRA música del sur es, como poco, clasista y eurocéntrico. Para que me entiendan: su actitud de denuncia de una canción de reguetón ahora mismo no se distancia mucho de las declaraciones racistas que alguna vez he oído tipo “desde que llegaron los inmigrantes y su música latina España está llena de machismo” (¡como si fuera exclusivamente nuestro!). Por otro lado, como vemos, las propias latinoamericanas son conscientes del machismo que copa sus espacios y se están encargando ellas mismas de ir cambiando poco a poco su realidad y transformando la música que les es propia en algo más subversivo de lo que ya puede ser.


LA CRÍTICA DE LA CRÍTICA FEMINISTA DE LA CRÍTICA FEMINISTA DEL REGUETÓN: La encrucijada de las Sudakas (y otras feministas) en europa.

Un desplazamiento enorme del pensamiento dualista en la conciencia individual 
o colectiva es el principio de una larga lucha, pero se trata de una lucha que podría, 
según nuestras mejores esperanzas, conducirnos al final de la violación, 
de la violencia, de la guerra. 
[G. Anzaldúa]

Y acá viene la crítica que me derrumbó y ha provocado que escribiera esta nota sobre el reguetón: a algunas compas Latinoamericanas les jode (como comentaba al principio, confesó la compa rapera en una charla) que aquí, desde algunos feminismos se reivindique como subversivo el reguetón, algo que en el Sur es muy dañino a muchos niveles y contra lo que se lucha a diario (me pregunto, por cierto, qué hubiera pensado ella si hubiera leído estos días el "Viva Maluma" que me encontré yo en un muro feminista). 

Esta crítica nos pone en una tesitura complicada: parece ser que defender el reguetón aquí puede ser rebelde de cara al clasismo y colonialismo europeos, pero opresor de cara al machismo latinoamericano. Quizás el fallo esté en la crítica o la defensa de la totalidad, es decir, que las feministas críticas con las críticas al reguetón estemos cometiendo su mismo error: creer que un ritmo puede ser o no ser -al completo- machista o emancipador. Y esto nos está llevando a defender el reguetón sin ningún tipo de filtro y sin cuestionar sus contenidos; a pinchar y bailar en las fiestas feministas canciones de contenido machista en nombre de la lucha contra la evidente colonialidad que supone criticar desde Europa el reguetón. En resumen, creo que las feministas críticas con el reguetón y las feministas críticas con éstas, no estamos sino moviéndonos nuevamente en una dicotomía, en uno de esos binarimos que tanto odiamos. En este caso, reguetón al completo sí/reguetón al completo no. Defensoras y detractoras nos olvidamos, una vez más, de una amplia gama de matices que podrían suponer una ruptura. 

Por último, un apunte sobre las especiales complejidades que trae consigo la situación de las emigradas. Y me voy a poner de ejemplo:

La cumbia marcó mi infancia. Si miro pa'trás veo a mi madre tejiendo, con la radio puesta de fondo en una emisora que daba cumbia todo el día, y mi hermana y yo bailando a su alrededor, aprendiendo pasos de baile con mi tía. Cada vez que escucho algún tema de aquella época, viejos recuerdos vienen del pasado a envolverme en sus brazos erizándome la piel. Sin embargo, cuando analizo las letras de esas cumbias no me queda otra que asumir la contradicción de que mis recuerdos están construidos sobre canciones de alto contenido misógino. En este sentido me identifico con Anzaldúa en Borderlands, pues me siento una especie de mestiza con una lucha interior constante por la necesidad de sentirme orgullosa del Sur que me atraviesa, de reconciliarme con mi cultura de origen a pesar de su machismo, sin dejar de lado lo que he aprendido en estos años de emigración, y sin dejar de ser la feminista en la que me he convertido. Pero, ¿dónde está el límite? ¿dónde me impongo y me dejo imponer? ¿hasta dónde puedo amar algo que encadena? ¿cómo lucho por la libertad sin romperme por completo o romper a otras? ¿cómo salgo de esta encrucijada? Yo desde acá siento nostalgia por mi música y mis bailes, reivindico mi cultura, me siento orgullosa de mis raíces y quiero gritar a los cuatro vientos en Europa que nuestra música, nuestras identidades del Sur, merecen respeto. Pero también me veo obligada a reconocer que mi nostalgia, mis raíces y mi música están plagadas de una misoginia que en mi país ha fomentado -y sigue fomentando- machismo por doquier... un machismo que nos mata.

Así que va a ser que no, que no sirve cualquier cumbia ni cualquier reguetón.

Por todo esto, creo que existe un conflicto bastante jodido entre la identidad migrante-nostálgica y la realidad de nuestros países de origen, pues en ellos el contenido patriarcal de ciertos merengues, reguetones o cumbias sigue haciendo daño más allá de mi morriña o saudade, y más allá de mi orgullo Sudaka en europa. Un conflicto identitario que creo que tendremos que poner sobre la mesa para buscar la emancipación sin poner cadenas a otras, y para seguir luchando sin desintegrar nuestro ser por completo.


"Cada incremento de conciencia, cada paso adelante es una travesía, un cruce. 
Vuelvo a ser una extraña en territorio nuevo. Una y otra vez. Pero si huyo de la 
conciencia consciente, si me escapo de "saber", no me moveré. 
El conocimiento me hace más consciente, más lúcida. 
"Saber" es doloroso porque después de que "se" produzca no puedo quedarme 
en el mismo sitio como si tal cosa. Ya no soy la misma persona que era antes."
[G.Anzaldúa]



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*No sólo hay contenido machista en los estilos musicales latinoamericanos, en los europeos (y españoles en concreto) también. Aquí una pequeña antología:

"Que no la encuentre jamás o sé que la mataré
a punta de navaja
besándola una vez más"
[Loquillo]

"hoy voy a asesinarte, nena,
te quiero pero no aguanto más.
hoy voy a asesinarte, nena, no me volverás a engañar."
[Siniestro Total]

"Estás haciendo mal al dejarme pasar,
estás haciendo mal y no sé lo que va a pasar
Tendría que besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte
hasta que digas sí".
[Los Ronaldos]

"Cada vez que respires,
cada movimiento que hagas,
cada atadura que rompas, cada paso que des,
te estaré vigilando.
Todos y cada uno de los días,
y en cada palabra que digas,
cada juego que juegues, cada noche que te quedes,
te estaré vigilando.
Oh, ¿no puedes ver
que tú me perteneces?
cómo duele mi pobre corazón
con cada paso que das."
[The Police]

"Quiero vivir contigo aquí,
solo así soy feliz.
Lo soy si eres mía y te dejas amar."
[Skalariak]

"Te daré el buey blanco
Y la vaca marela
Y mi hija más joven
Para que te acuestes con ella"
[Canción tradicional gallega]

Disimula y hace como que no ve
cuando le digo: “eh! ¿a donde vas tan sola?”
Orgullosa y temblorosa como un flan
sus pasos se le van, por no decirme “hola”
Esa chica es mía, casi casi mía
está loca por mí, pero aún no se fía
Esa chica es mía, casi casi mía
está loca por mi, y por eso ella es mía
[Sergio Dalma]

"Preferiría verte muerta, muchacha
Antes que con otro hombre
Trata de no perder la cabeza, muchacha
O no respondo de mis actos
Será mejor que salves el pellejo, muchacha
Esconde la cabeza en la arena, muchacha
Si te pillo con otro hombre
Es el fin, muchacha"
[Beatles]

"Si tu marido te pega,
no te debes preocupar,
te pega porque te quiere,
porque te quiere pegar."
[Jota castellana]

"Eres una puta... pero no lo bastante.
Tu boca huele...
como un escape de gas
Todo ese culo,
lleno de peligros.
Vámonos al water,
haremos un guateque,
encima del retrete, puta"
[Ilegales]

"Follarse pijas es follarse a la derecha"
[Los chikos del maíz]

"debo admitir que va mejor
un poco mejor cada vez
debo admitir que va mejor
va mejor desde que eres mÍa
va mucho mejor cada vez
mejor cada vez
antes era cruel con mi mujer
le pegaba y apartaba de todo lo que le gustaba
tÍo, era despreciable, pero ahora estoy cambiando de pelÍcula
estoy haciéndolo lo mejor que puedo"
[Beatles]

"Cuando te cases con el otro iré a tú boda,
Cuando pregunten en seguida me opondré,
Y si pregunta el cura el por que me opongo,
Yo le diré que porque tú eres mí querer
Y si se enoja el que iba a ser tú esposo
Saco mi cuete y me pongo a disparar,
Al fin y al cabo, yo no le temo a la muerte
Ni voy al bote, porque soy la autoridad
Ay Anselma, Anselma, Anselma,
Chaparra de mis pesares,
O dejas que te visite,
O te mando a los gendarmes"
[De Los Lobos, pero popular en Canarias a manos de Los Bajip de La Gomera]

"Junto a la fuente el cántaro quebrado
el veredicto está claro soporta tu cruz
Si no puedes recordar
que no debes olvidar
una mano amiga
tendida todo el tiempo
no has parado a pensar
estabas advertida
puta desagradecida"
[Bunbury]

Importante: Gracias a Rosalía, Gloria, Alba, Ariadna, Paulina, Daniela, Adán, Melody, Dailos, Aníbal, Diana y Raquel por su colaboración en esta recopilación.

viernes, 11 de noviembre de 2016

SOBRE EL FEMINISMO DEL LATIGAZO Y EL PRIVILEGIO BLANCO. Notas de un algodón de azúcar.

Dedicado a Laura, 
pues estas reflexiones son producto de debates con ella. 


Hoy fui a unas Jornadas sobre Antropología, Feminismo e Interseccionalidad en la UB. Salí con un sabor agrio y muchas preguntas. Siempre que se habla de interseccionalidad, inevitablemente sale el tema de la raza, y con él la cuestión migrante. Y es increíble lo que me duele.


Privilegios

Siempre resulta doloroso ver a personas no migrantes hablando de migración. Personas blancas hablando de racismo. Personas económicamente privilegiadas hablando de pobreza. Personas cis hablando de transexualidad... A mí de forma particular, y obviamente por mi experiencia, me duele muchísimo la parte migrante. Me abren en canal las académicas teorizando sobre algo que a mí me rompió la vida. Es algo muy visceral lo que me pasa. Las veo ahí sentaditas en el podio, en sus sillas académicas, detrás de la-mesa-del-poder-del-habla, y yo ahí, una sudaca más entre un amplio público, escuchándolas teorizar sobre mi vida, viéndolas con sus abstracciones invisibilizar mi dolor y el de mi madre y el de mi abuela. Es duro. Durísimo. Sobre todo cuando no se sitúan. Sobre todo cuando elaboran teorías que no cambian el mundo, ni mi mundo, ni el de ninguna migrante. Sobre todo cuando no construyen praxis. Sobre todo cuando en un amplio despliegue de blancura y eurocentrismo alguna se atreve a decir que “ya no existe el racismo, que hoy es otra cosa” y se queda tan ancha, sin siquiera explicar qué quiere decir con eso*; ESO que dice que no existe pero que a tanta gente afecta y tanta gente denuncia. La cereza de la tarta va y la pone una asistente, quien definiéndose en su intervención como argentina nieta de alemanes, de repente apoya con convicción a la señora anterior argumentando que “La Ley de Extranjería afecta de la misma forma a todas las personas extranjeras”, incluida ella, blanca argentina de origen alemán. Ojalá entendiera ella que nosotras, las migrantes blancas, para evitar el racismo, tenemos con callarnos el acento. Pero la piel no calla. Y que aunque la Ley de Extranjería fuera igual pa’ todas (algo que es debatible), la calle no lo es, el trabajo tampoco, las oportunidades tampoco, la policía tampoco, los aeropuertos tampoco, y probablemente ni siquiera el trato del funcionario de turno en la Oficina de Extranjería de turno. Porque, ¿sabés qué, vecina blanca? Las leyes y las normas sociales las aplica gente. Gente que te trata de forma diferente según tu aspecto. Y vos… vos pisás el mundo como blanca. Yo piso el mundo como blanca. Aunque ambas seamos extranjeras sudacas. Y nos vengan otras opresiones por otros lares. Somos blancas.


Latigazos

En un momento, una de las ponentes propuso debatir si es posible deconstruir la raza. Y con la compa que estaba sentada a mi lado enseguida nos miramos con cara de “la deconstrucción se nos fue de las manos, definitivamente”. Me pregunto si realmente la susodicha deconstructora estaba pensando que podía -en un ejercicio de "deconstrucción de la performatividad identitaria racial"- dejar de ser blanca en este mundo donde los nazis le dan una paliza a una mujer embarazada por llevar nikab o dejan en silla de ruedas a un chico por ser negro. ¿En serio, para combatir el racismo, lo primero que se te ocurre es debatir en la Universidad sobre la deconstrucción de la raza? Quizás sea un nivel elevado de teorización académica al que yo soy incapaz de acceder. Puede. No niego ni negaré nunca mis limitaciones. Pero la verdad, yo veo caminos más fáciles para empezar a combatir estas cuestiones del privilegio blanco. No sé. Quizás donando parte de su sueldazo -compañera académica- a colectivos que luchan contra el racismo o apoyan a médicos que atienden gratuitamente a personas migrantes en situación irregular sin acceso a atención sanitaria. Por poner un ejemplo nomás, ¿eh?

Porque este es otro tema. Muchas veces decimos (yo misma digo) “cuestiónate tus privilegios”, “cúrrate tus privilegios”. Y yo, la verdad, no sé qué es eso. ¿Por qué lo digo? ¿Qué quiero decirle a la gente con esa frase? Porque pensándolo bien, parece una orden para trabajar en soledad. Deconstrúyete. Vos y tu privilegio, y nadie más. Solipsista y bastante neoliberal. ¿Es que creemos aún que cada una por un rincón, haciendo un ejercicio de debate mental con una misma, vamos a cambiar las cosas? Suena hasta inmovilista, pro status quo, porque ¿voy a dejar de ser una privilegiada blanca funcional universitaria de mierda si me doy latigazos yo sola en mi cuarto? Creo que no. Creo que tengo que currar esto pero desde otro lado y acompañada. Creo que tengo que tomar conciencia de esta mierda, sí. Tengo que leer, pensar y aprender, sí. Pero la conciencia sobre un tema, por sí misma, no cambia las cosas, no es suficiente. Tengo que trabajar contra el poder para que se rompan estas dinámicas basura. Tengo que tirar de mi hilo, del hilo que me toca en esta gran red tejida de opresiones, para que algún día la destejamos por completo. Y lo tengo que hacer con mis compañeras.

Fue una compa la primera que me dijo que yo era una privilegiada universitaria. Y fue acompañada por otra que descubrí cómo me oprimía la gordofobia. Y fue en un colectivo feminista donde empecé a buscar alternativas para destejer(me).

Porque está de sobra decirlo: una sola no puede contra el opresor, una sola no cambia el mundo.

Sé que tenemos una tarea difícil. Sé que somos un conjunto complejo de humanas poseedoras de complejas combinaciones de opresiones y privilegios. Y que de este modo el conflicto está servido en la mesa.

Pero hoy, justo hoy, no tengo hambre.


Alianzas

Dice Laura -la amiga con la que debato mucho estos temas- que nosotras pecamos a veces de ser del “feminismo bonito” porque somos las típicas boludas que soñamos con un mundo en el que las feministas tejamos alianzas entendiendo que, aunque duela, y aunque sea lento, cada cual tiene sus procesos, y esos procesos no responden a nuestra urgencia. Cada vez que Laura me dice lo del “feminismo bonito” me siento un poco chicle rosa, un poco algodón de azúcar. Y me doy asco a mí misma. Siempre creí en el conflicto, en el debate, en la crítica, en la confrontación (y las feministas me enamoraron por ser gente capaz de revisarse constantemente, como ninguna otra lucha lo ha hecho). Pero también creo en las alianzas. Tengo que creer.

Sin embargo hoy, con el corazón migrante en una mano y el algodón de azúcar en la otra, no pude sino llegar a casa revuelta de academia, y plantearme en un grito mudo dialéctico:

cómo seguir siendo autocríticas sin caer en el feminismo del latigazo,
cómo seguir revisándonos sin descomponernos por completo o convertirnos en una nada inmovilista,
cómo entender la lentitud cuando el dolor nos genera prisa,
cómo deconstruir sin bloquear la construcción,
cómo criticar sin destruir la ilusión,
cómo luchar y tejer alianzas con las heridas en carne viva...

¿Dónde está la salida?
__________________________
* Quiero creer que la ponente intentaba explicar algo que, de casualidad, abordé en mi último post... el neorracismo de lo identitario que se suma al racismo biologicista clásico. Pero ella no lo explicó ni habló de coexistencia, así que el ambiente quedó caldeado... más aún cuando habíamos varias migrantes en el público, algunas de color.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Fronteras

La frontera delimita lo conocido
y con ello lo desconocido.

La frontera establece mas allá de ella las ganas
la aventura
el misterio
la búsqueda
la rebeldía
la diversidad
el viaje
la transformación.

La frontera me habla de la existencia de mundos más alla de lo que yo soy y habito,
más allá de mi cotidianidad.

Más allá de la frontera se rompe mi comodidad
mi rutina
mi identidad,

y me gusta.

En este lado mi reconocimiento, mi tranquilidad.
Porque en esta frontera decido yo… en esta frontera debemos decidir nosotrxs…
como lxs demás decidirán de su lado, de sus lados, mientras nos mezclamos.

La otra también me mira como su otra
como su espejo
su interpelación
misterio
o contradicción
porque al otro lado está la hermosa diferencia
el mar
la promesa
el cambio
la subversión.

mas allá se cuestiona y tambalea mi versión,

y no me importa.

del otro lado de las fronteras encuentro una vida distinta
como si naciera de nuevo
como si fuera otra por un tiempo
como si habitara otro cuerpo;

y de este lado me espera mi querida tierra
para que cuando quiera volver, vuelva
a dormir en paz
acurrucada en su ombligo.

pero para ello digo:
tiene que existir mi tierra
mi territorio
mi identidad.

por eso estoy en contra de estar en contra de las fronteras.

el problema no es la frontera
es que no nos atrevamos a cruzarlas,

es que nos prohíban cruzarlas,

y andar libremente de aquí para allá
fluctuando
transitando
meciéndonos
mezclándonos
querièndonos
crecièndonos
revolucionándonos

como nos salga del coño.

domingo, 21 de agosto de 2016

Opondré resistencia

La hija gorda
La hermana fea
La amiga siempre
La amante nunca.

A veces temo que estas imágenes mías y no otras
sean las únicas que yo vea en mi ocaso,
en el último repaso de mi acontecer.

Tengo miedo de ver en mí
-antes de cerrar los ojos para siempre-
a un ser inacabado
a alguien que nunca se sintió plena
completa, libre, feliz.

Porque parece que a eso
[al cuerpo-tránsito
al asco inmediato
al odio científicamente argumentado]
 estamos condenadas las gordas.

Por chanchas, por cerdas, por vacas, por focas,
por glotonas, por pecadoras,
por excesivas, por excedidas, por repulsivas,
por negarnos a dejarnos hacer,
por querer ser...

¿Pero saben qué?

Soy más que un número en la lista de obesas del mundo.
Las obesas del mundo somos más que un número en la lista de gente
con la que acabar a golpe de metralleta dietética.
Somos más que calorías ingeridas y calorías quemadas.
Somos más que el reflejo del espejo y la fotografía photoshopeada:
somos los ojos que las miran.

Y yo no quiero llegar a mi final
abrazada al deseo de haber sido otra
pensando que lo respirado no valió la pena
que no aproveché mi fugaz estancia en este sinsentido que es la vida
que incluso mejor podría no haber ni existido.
  
Me niego rotundamente.
Me niego rotondamente.
Me niego redondamente.

Me niego desde lo alto y ancho de mi cuerpo
desde mis amplias carnes, mis pulpas, mi blando tacto,
me niego desde toda mi piel:
me niego a irme llena de tu odio y tu desprecio,
y no rebosante de mi amor y mi alegría,

así que

opondré resistencia.

La única curva que no aceptaré en mí
es la que se dibuja en mi cuello cuando miro avergonzada hacia el suelo.

Opondré resistencia.

Porque me niego a irme de cabeza gacha y no erguida.

Opondré resistencia.

Porque puede que al final no venza
Pero no viviré vencida.

Opondré resistencia.

Ilustración de Laura Mahía [Fuente: Stop Gordofobia]

lunes, 15 de agosto de 2016

LA GORDOFOBIA COMO SISTEMA DE OPRESIÓN. La gordofobia existe. No estamos locas.


Este texto forma parte del capítulo tercero de mi libro "Stop Gordofobia y las panzas subversas", una pequeña publicación editada por Zambra y Baladre con la intención de hacer una introducción teórica a la gordofobia]



De la página de Facebook "Corporalidades Subversivas"


Hay formas de distribución de la vulnerabilidad, formas diferenciales de reparto que hacen que algunas poblaciones estén más expuestas que otras a una violencia arbitraria.
Judith Butler

Una aproximación al concepto de opresión.

Basándonos en la filósofa Iris Marion Young[1] definiremos la opresión como aquella situación de desventaja, injusticia, reducción o exclusión que sufren unos grupos sociales por las prácticas cotidianas de la sociedad. Estamos hablando de impedimentos, barreras y limitaciones sistemáticas a causa de normas, hábitos y símbolos sociales que no son cuestionados por la sociedad (sino cumplidos automáticamente por educación, presión o costumbre), como tampoco son cuestionados (en muchas ocasiones) los motivos que originan dichos comportamientos ni las consecuencias que ellos tienen.

La opresión se alimenta a través de los estereotipos sociales y culturales, los medios de comunicación, los mecanismos del mercado, etc. Es decir, las opresiones son sistemáticamente reproducidas en las más importantes instituciones económicas, políticas y culturales de nuestras sociedades, por eso decimos que son sistémicas y estructurales. Hablamos del sistema laboral, del concepto de belleza, de homofobia, racismo, exclusión de las personas mayores, etc.

No siempre los grupos oprimidos tienen correlativamente un grupo opresor, pero sí le corresponde a cada grupo oprimido un grupo privilegiado, es decir, un grupo que se beneficia de la opresión del primero, aunque sea –incluso- de forma involuntaria e/o inconsciente. Por ejemplo, en el caso del racismo y sus agresiones físicas podemos decir que hay un opresor directo y consciente. Sin embargo, no podemos decir lo mismo quizás cuando hablamos de diversidad funcional, cuando las personas deshabilitadas[2] sufren una opresión y sin embargo las habilitadas tenemos un privilegio sin quererlo o sin ser totalmente conscientes de ello.

La opresión gordofóbica.

En simples palabras, llamamos gordofobia a la discriminación a la que nos vemos sometidas las personas gordas por el hecho de serlo. Hablamos de humillación, invisibilización, maltrato, inferiorización, ridiculización, patologización, marginación, exclusión y hasta de ejercicio de violencia física ejercidas contra un grupo de personas por tener una determinada característica física: la gordura.
Son muchas las personas que nos han argumentado que “no es para tanto” este asunto de ser señalada por ser gorda, pues también son señaladas las personas que tienen otras cualidades consideradas popularmente “defectos físicos” o “fealdades” como pueden ser los aparatos dentales, la caspa, las gafas, los granos, etc. Es más, ¡todas las personas tenemos complejos! Tiempo nos costó encontrar el contraargumento a esta cuestión. Porque, ¿qué diferencia los complejos que tiene una persona gorda de los que tiene alguien que no es todo lo alto que quisiera u odia su pelo rizado? ¿Qué diferencia las burlas sobre las personas gordas de las burlas que recaen sobre una persona con granos o calvicie? ¿Acaso no todas las burlas sobre nuestros cuerpos producen dolor y merecen nuestro rechazo?  ¿No es cierto que  todas las personas deberíamos tener derecho a vivir una vida sin complejos?

Pues claro que sí. Pero esa no era la cuestión. Yo sentía que aún siendo miope (y usuaria habitual de gafas), poseedora de una piel poco tersa, de una teta mucho más grande que la otra, y recientemente diagnosticada con vitíligo en la cara, había algo distintivo en el hecho de ser gorda. Ser gorda era diferente de todas mis otras características físicas. Mi cuerpo gordo me hace sentirme encerrada en una jaula de cristal de la que no puedo escaparme nunca, me siento permanentemente observada, señalada y cuestionada a través de los cristales de mi peculiar cárcel. Una cárcel en la que además no me encuentro sola sino acompañada por cada una de las personas que comparten una misma y notable cualidad física conmigo (la gordura). Desde este lugar nuestros cuerpos son hipervisibles, pero nuestras vidas, nuestras voces y nuestros sentimientos son completamente invisibles.

¿Por qué estamos aquí? Me preguntaba yo.

Con el tiempo comprendí que la diferencia entre la gordura y el resto de las características físicas citadas residía en el hecho de que no existe un sistema ideológico que produzca, reproduzca, garantice, difunda y refuerce CONSTANTEMENTE la discriminación, el odio y el rechazo de todo el colectivo de personas calvas, miopes, de pelo rizado, altas o con granos, y sin embargo sí existe tal sistema ideológico con estas funciones de cara a la gente gorda, un sistema ideológico que activa y hace funcionar la citada cárcel de cristal. La señalización de aquellas primeras peculiaridades físicas es individual, o a lo sumo circunstancial, pero no ocurre todo el tiempo, todos los días, con todas las personas, ni en todos los sitios, como sí ocurre –por el contrario- con la gordura[3]. Es innegable que los complejos son igualmente dolorosos a nivel individual. No me meto en eso y jamás diría lo contrario. Pero es más difícil luchar contra el dolor interior o salir del complejo cuando la experiencia exterior al completo sigue reforzando –todo el fucking time- la causa misma o la raíz de tu dolor. Dicho de otra manera: no se puede salir del pozo a nivel individual cuando la colectividad te sigue empujando hacia adentro, en conjunto y con todas sus fuerzas.

Por ello podemos añadir algo más: la diferencia entre tener un complejo (que todas los tenemos) y ser una persona gorda es que en el primer caso la única persona preocupada por tu “físico” eres tú, mientras que en el caso de la persona gorda es una sociedad entera la que lo tiene en el punto de mira, la que lo tiene en perpetua observación, señalización, crítica y discriminación. Lo mismo ocurre cuando eres mujer o tienes un cuerpo racializado (negro, latino, etc.). En estos casos, el grueso de la sociedad comparte un concepto sobre ti y sobre tu cuerpo, una forma común de pensar respecto a él, que hace recaer todas las consecuencias de ese pensamiento sobre ti, imponiéndote límites las 24 horas del día, todos los días y en todos los espacios de la vida (cultura, política, medios de comunicación, relaciones afectivas, trabajo, etc.), convirtiendo así tu vida como mínimo en un brasero, llegando en ocasiones a verdadero infierno. Esto significa que, al igual que el racismo o el machismo, la discriminación de las personas gordas es algo estructural en nuestras sociedades, es decir, la gordofobia opera como un sistema de opresión para todo el colectivo de personas gordas, con mayor o menor grado pero sin excepciones.

Por lo que respecta al “grupo privilegiado” que se beneficia de nuestra opresión, Elisa Fabello en Let’s talk about thin privilege explica que las personas delgadas son las que se benefician de la opresión gordofóbica y viven en situación de privilegio gracias a ésta. La lista de privilegios puede ser larga, así que mejor dejamos que hable por sí solo el comienzo del artículo de Fabello:

“Mido 1,60m y peso 56 kilos. Mis medidas son 90-60-90. Me pongo camisas de talla M, llevo una 38 de pantalones vaqueros, y (en caso de que se lo pregunte), tamaño 39 de zapatos. Nunca he entrado en una tienda de ropa en la que no haya encontrado artículos en mi tamaño. Nunca tuve que pagar más por un asiento de avión. Nunca nadie me ha rechazado como posible cita en función de mi cuerpo, ni nunca nadie se burló abiertamente de mí mientras me comía unas papas fritas en público. Nunca he experimentado que un médico me recete "¡pierda peso para sentirse bien!" como solución a mis problemas o enfermedades. Y puedo abrir un artículo con mis medidas sin temor a ser enjuiciada. Yo camino por este mundo como una persona delgada. Y, como tal, nunca he experimentado discriminación por ser gorda, nunca he experimentado la gordofobia.” [4]

Fabello deja claro en este fragmento la omnipresencia y restricción de las opresiones, citando cuestiones tan cotidianas como comer, viajar, comprarse ropa, ir al médico o hablar de su cuerpo y de sí misma. Y es que –según la autora- una de las características más importantes de la opresión es que nunca podemos huir de ella, porque vayas donde vayas, todo lo que ves y todas las personas que conoces, la reiteran y la refuerzan.

Un primer matiz de género: “¡Pero a todas las mujeres nos exigen delgadez y belleza!”

En todos los talleres y charlas que he dado desde que empezamos nuestro activismo gordo con Stop Gordofobia, al menos una mujer ha levantado la mano para realizar la siguiente pregunta, o más bien la siguiente crítica constructiva: “¿por qué centrarse en las gordas si a todas las mujeres nos exigen delgadez y belleza? ¿acaso las delgadas no sufrimos también la tiranía de la belleza?” Y la verdad… tenían razón. Estoy totalmente de acuerdo con que a todas las mujeres nos exigen delgadez y belleza, y sobre todas las cosas, nunca somos lo suficientemente delgadas ni lo suficientemente bellas para esta sociedad patriarcal que se ceba en exigencias para con nosotras y nos inculca deseos insaciables de perfeccionamiento. Sin embargo, en S.G. con el tiempo llegamos a encontrar respuestas a estas preguntas y a explicar por qué teníamos esa necesidad de visibilizar a las gordas en especial: todas las mujeres estamos oprimidas por el género (con su cuota de exigencias estéticas), y muchas podrían decirme que todas también lo estamos por la gordofobia (a un nivel interno por el deseo constante de ser cada vez más delgadas), pero no sobre todas recae el peso social del peso, valga la chistosa redundancia (¡ja!). Las gordas sufrimos en nuestros cuerpos el peso completo de la gordofobia. Cuando una chica delgada dice “quiero adelgazar” es probable que en su entorno encuentre más de una voz discordante. Las gordas no encontraremos ninguna. Cuando una chica delgada pasa mucho tiempo sin comer o se está matando a hambre, es probable que encuentre a alguien que le recuerde que debe comer o se preocupe por ella. A las gordas nos incitan a adelgazar y pasar hambre para ver si así adelgazamos. Así que, al igual que no es lo mismo ser mujer negra que mujer blanca, mujer nativa que extranjera, mujer pobre que rica, heterosexual que lesbiana, cisgénero que transgénero, etc., tampoco es lo mismo ser gorda que flaca. Esto no implica que las mujeres no estemos todas oprimidas por el género y la belleza que éste exige (¡faltaba más!), pero la opresión gordofóbica como vimos hasta ahora es independiente y se suma a la de género. Es decir, que una cosa es estar oprimida por el género, otra cosa es estar oprimida por la gordofobia, y otra cosa es estar oprimida por las dos. Y lo cierto es que las mujeres que estamos oprimidas por la gordofobia tenemos una necesidad imperiosa de denunciarlo, visibilizarlo y cuestionarlo. Sin embargo puede que sea necesario el siguiente matiz: como bien siempre recalca el compa Carlos Savoie, no queremos jugar a ver quién gana el certamen de “Miss Oprimida”. La verdad, no creo que haya jerarquías entre las opresiones. Ser oprimida siempre es una mierda, venga de donde venga la opresión. Pero las gordas, para rebelarnos y luchar contra la opresión corporal que padecemos, primero teníamos que nombrarla.


GOR-DO-FO-BIA. Existe. Nuestra panza lo ha gritado. Y no estamos locas.




[1] YOUNG Iris Marion, La justicia y la política de la diferencia, Madrid: Ediciones Cátedra, 2000.
[2] Me he tomado la libertad de traducir el concepto de disable  al español, para no utilizar “discapacitadas”. El concepto anglo disable (deshabilitado/a) entiende que las personas tenemos funcionalidad diversa y no es que unas estén discapacitadas y otras capacitadas, sino que habemos unas habilitadas para andar por el mundo con libertad, mientras que otras se topan con numerosas limitaciones. No es que ellas no se adapten al mundo, es el mundo el que no se adapta a ellas.
[3] Me parece importante recalcar que en este caso estoy hablando de personas en la etapa de la vida adulta. No me considero con postestad ni conocimientos para hacer análisis de los casos de bullying escolar. Si bien el bullying gordofóbico está a la orden del día, la gordura no es el único motivo de bullying escolar. Este asunto requeriría de un análisis propio e independiente a los márgenes de esta publicación.
[4] FABELLO Elisa, Let’s talk about thin privilege, 2013 [http://everydayfeminism.com/2013/10/lets-talk-about-thin-privilege/ consultado el 10/06/2015]

lunes, 23 de mayo de 2016

LATINOAMÉRICA



Dueles madre,
apuñalada por el eje imaginario impuesto por la historia
que marcó el tráfico del oro y de la plata
de armas
de plantas
de ideas
de personas
condenándonos a tus hijas
a mirar siempre parriba
siempre desde abajo

en ocasiones arrodilladas
en ocasiones desde la celda
en ocasiones desde la fosa
en ocasiones desde la frontera

cómo me dueles madre querida
porque rasgan tu tierra
rompen tu costa
ensucian tu cielo
secuestran tu vida
y te convierten en basurero.

cómo me dueles tan herida...

duele la bota
el tanque
los cierres en la boca
los golpes en el congreso
los cómplices
la represión
las inmovilistas mentiras en televisión...
duele sentirte respirando en agonía,
viva todavía,
pero sin saber por cuánto tiempo...

duele el huerto ajeno
el dueño de todo
el todo sin sueños
los destinos rotos
los traidores en tu seno
la oportunidad perdida
la revolución hecha esqueleto.

duele no poder abrazarte entera,
mimarte y llenarte de caricias

duele no poder acurrucarte entre mis brazos
y decirte convencida
que mañana cuando despiertes
serás la única dueña de tus días.

duele,
duele mucho tierra mía,
que la libertad para vos
siga siendo una utopía.

viernes, 19 de febrero de 2016

Publicación: STOP GORDOFOBIA y las panzas subversas

Todavía no puedo creerlo pero ya es una realidad. A principios de marzo verá la luz STOP GORDOFOBIA y las panzas subversas, un pequeño librillo introductorio sobre gordofobia. 
Portada de la publicación


Me parece mentira.

Aún me acuerdo del grupo secreto de facebook (antes de crear stop gordofobia) cuando éramos unas gordas semi-empoderadas, hablando tímidamente de que "ey! quizás no tienen razón los demás en discriminarnos no?", pero aún seguíamos en el armario de la vergüenza.

Me acuerdo cómo al principio me daba vergüenza compartir en facebook fotos de mujeres gordas y la canción "la gorda" de las krudas, porque mis amigxs iban a descubrir que estaba empezando a amarme como soy, a sentir orgullo de lo que soy, y eso no nos está permitido a las gordas.

Todavía me acuerdo cuánto tiempo oculté en mi entorno que yo era una de las administradoras de Stop Gordofobia... cuánto me ha costado (y me sigue costando) despelotarme en público... el pánico de que se rompa la silla en la que te sientas... el pánico a que se note la panza más de lo normal.. el pánico de comer en público... Vergüenza, vergüenza, vergüenza.. eso es la gordofobia en nuestras vidas.

Y entre tanta mierda surge este textito, intentando poner un granito de arena más para el proceso hacia el castillo de la diversidad corporal. No es perfecto.. lo he releído y ya le haría mil cambios.. pero es honesto, eso sí.

Estaré entre marzo y abril presentándolo por todo el Estado.

EMPODERAMIENTO O MUERTE.
¡STOP GORDOFOBIA!

jueves, 18 de febrero de 2016

Reivindicación de la tristeza.

Reivindico mi derecho estar triste.
Reivindico mi derecho a ser débil, a no poder más, a decir q no.
Reivindico mi derecho al cansancio, a la derrota, a la flaqueza, a desistir.
Reivindico mi derecho a no ser productiva
(ni siquiera en la militancia)
Reivindico mi derecho a reinventar el tiempo desde el abandono.
Reivindico reconocerme rabiosa pero acabada,
cabreada pero agotada.
Reivindico mi derecho a dejarme vencer..
a veces..
un día..
un ratito..
un instante..
y hundirme borracha en la almohada
navegando en la mas absoluta diarrea mental
completamente humana semimuerta
soñando que renazco de mis cenizas resacosas
cual ave fénix
soñando que renazco de mis miedos
cual ave feliz.

martes, 26 de enero de 2016

Sobre Stop Gordofobia, la gordura masculina y la presión estética machista.

Algunas aclaraciones.


Me presento: soy Magda Piñeyro, una de las administradoras de Stop Gordofobia. Nuestra página (llamada también asociación o plataforma por los medios) ha sido una de las protagonistas, estos últimos días, en los medios de comunicación. Se ha hablado tanto de este asunto de la gordofobia que he tomado la decisión de escribir esto para aclarar algunos puntos (porque se han dicho cosas ciertas y otras no tan ciertas en los medios sobre nosotrxs y nuestra lucha). 


1. Stop Gordofobia lo formamos un colectivo de 8 personas gordas que funcionamos como administradoras de la cuenta Stop Gordofobia en Facebook (con más de 36.500 seguidorxs) y @stopgordofobia en Twitter con más de 9.000. Esta página fue una idea que surgió al calor del 15M en Tenerife en el 2011, y que comenzó sus andadas en agosto del 2013. Nuestro lema es TODOS LOS CUERPOS, TODAS LAS BELLEZAS, pero nos centramos en la denuncia del estigma sobre la gordura, es decir, sobre la discriminación de la gente gorda o GORDOFOBIA. La fundamos Carlos Savoie y yo en Islas Canarias, pero hoy estamos también Gabriela Parada (México), Daniela Gonzáles (Bolivia), Idaira BC (Tenerife), Irune Alfonso (País Vasco), Pauly (Chile) y Luca (Argentina).


2. Entendemos por GORDOFOBIA la discriminación de la gente gorda, en cualquiera de sus formas: la invisibilización de nuestros cuerpos en los medios, la burla, los chistes, los insultos en la calle, el acoso médico, etc. No es solo “asco o miedo por la gente gorda”. Es un rechazo generalizado que va mucho más allá de una manifestación de asco. Es un sistema que excluye y margina a la gente gorda de los ámbitos de la vida social (de la pareja, de los medios, del trabajo, del deporte, incluso de la calle). Y algo importante a tener en cuenta es que de alguna u otra forma TODAS LAS PERSONAS GORDAS SUFREN GORDOFOBIA (hombres, mujeres, trans…), por eso decimos que la gordofobia es una OPRESIÓN, algo estructural en nuestras sociedades. 

3. Stop Gordofobia es una plataforma en la red cuya función es denunciar la gordofobia. Lo hacemos a través de la publicación de historias personales de la gente gorda, con la difusión de imágenes de diversidad corporal y compartiendo también otros contenidos como canciones, recomendaciones de películas, libros, etc. Queremos visibilizar a la gente gorda. Queremos denunciar la gordofobia. Sin embargo, tenemos en cuenta también otros factores como la perspectiva de género (porque tenemos en cuenta la fuerte presión estética que recae sobre las mujeres producto de la sociedad machista) y también la perspectiva de la clase social (pues ya son numerosos los estudios que hablan de la gordura como una característica específica de las clases pobres), y no dudamos que también influyan las opresiones por etnia, orientación sexual o la diversidad funcional cuando se mezclen con el cuerpo gordo. 

4. Stop Gordofobia no quiere dar lástima. Estamos hartas de “la pobre gordita”, “el pobre gordito”. No somos gorditxs. Somos GORDXS. Somos gente gorda cabreada y harta y más que harta de ser discriminada. Nadie merece vivir una vida bajo discriminación, así que no toleraremos más insultos, ni humillaciones, ni chistes, ni NADA. Se acabó.

5. Stop Gordofobia ha hablado para algunas radios, para algunos periódicos y en televisión sólo para las noticias de LaSexta, que fueron los medios que contactaron directamente con nosotrxs. El resto de medios (sobre todo los televisivos) han hecho un uso libre de la información que fueron encontrando, entrevistando a personas que se ofrecieron para contar sus historias y reproduciendo lo que otros medios decían. Es decir, en muchos medios se ha hablado de nosotras sin nosotras. No es que queramos protagonismo (la verdad no sé si alguna de nosotras hubiera tenido valor para salir en la tv) y, además, agradecemos la difusión y visibilización de la gordofobia, pero creí igualmente necesario decir esto, porque no siempre se habló con fidelidad a la realidad sobre nosotrxs y nuestra lucha, y eso es algo a tener cuenta.


Aclarado esto, y a razón de un artículo de "Barbijaputa" que hemos leído, quisiéramos aclarar otra cosa más, o más bien hacer un matiz respecto a la perspectiva de esta nota y otras perspectivas parecidas que se han dado en los medios. 

En su artículo "Barbijaputa" tiene una confusión que nosotras tuvimos al principio, y que con estos casi 3 años de andanzas antigordofóbicas hemos logrado diferenciar. Ella hace referencia exclusivamente a las mujeres que sufren gordofobia y presión estética en esta sociedad machista. Y esto es real, esto ocurre: las mujeres tenemos una profunda presión sobre nosotras y nuestro cuerpo. Nunca somos lo suficientemente guapas. Nunca somos lo suficientemente delgadas. Nunca perfectas. Y así vivimos con el autoestima por el suelo y a merced de lo que los demás (sobre todo los hombres) opinen de nosotras para poder ser felices. En esto tiene razón. Pero esto ocurre a las mujeres no sólo por la gordofobia social, sino también por el machismo. Es decir, es una combinación de dos factores: machismo y gordofobia.

Pero en lo que falla "Barbijaputa" es en decir que los hombres gordos prácticamente no sufren gordofobia, sólo excepcionalmente. Sus palabras textuales: "muy gordo ha de estar un hombre para que se le excluya socialmente", es decir, para que recaiga la gordofobia sobre él. Y esto no es así. 

Como decíamos al principio la gordofobia es una opresión estructural en nuestras sociedades, independiente además de la de género (machismo). Por lo tanto, LOS HOMBRES GORDOS SÍ SUFREN GORDOFOBIA, y además la sufren aún en silencio, pues las administradoras de esta página hemos insistido muchas veces en que nos relaten sus historias para publicarlas y todavía les sigue costando a muchos hablar del tema. Es cierto que hay matices, que quizás los hombres empiezan a ser considerados “gordos” con muchos más kilos que las mujeres. Es verdad que hoy en día todas las mujeres podemos ser consideradas gordas. Pero nada de esto implica que los hombres no la sufran, aunque sea de otra forma[1]. Esta confusión entre la opresión gordofóbica y la opresión machista (en su faceta estética) es muy común. Por eso había que aclararlo. Desde Stop Gordofobia no queremos que los hombres gordos que sufren gordofobia sean invisibilizados como ocurre en esta nota de "Barbijaputa", pues la invisibilización es una forma más de discriminación. La gordofobia afecta a toda la gente gorda, con diferencias en cuanto al género, a la clase, la raza, la funcionalidad o la orientación sexual, pero a toda la gente gorda sin excepciones.

¿Existe debate sobre qué persona es gorda y cual no? Por supuesto. Aún en numerosos ámbitos surge el gran debate ¿Quién es gordo o gorda? ¿Cuándo se empieza a ser considerada una persona como "gorda"? ¿Quién es, pues, el sujeto político de la lucha antigordofóbica? Muchas preguntas y aún no tenemos respuestas. 

Lo cierto es que esta denuncia de la gordofobia recién está empezando, recién estamos comenzando el camino de lo que parece será una larga lucha, y no podemos lanzar afirmaciones a la ligera: la gordofobia se ha caracterizado por ser una opresión que hemos sufrido mucha gente, durante mucho tiempo, en el más absoluto silencio. Así que rogamos que antes que nada escuchen a la gente gorda, escuchen nuestras historias de dolor, empoderamiento y lucha, nuestra denuncia. 

Lo cierto es que lxs gordxs tenemos mucho que decir. Y mucho que construir aún.

_____________________
[1] Sobre este debate recomendamos este interesante artículo de Virgie Tovar: https://eldemonioblancodelateteraverde.wordpress.com/2014/10/14/los-hombres-gordos-son-una-cuestion-feminista/

sábado, 23 de enero de 2016

Agua

[Fotografía del Instagram de Bree Woodley]
En la ducha
Rebuscándome
Redescubriéndome
Mis dedos recorren mis gruesos muslos
Siento la piel que habito
Desde esa misma piel.
Mi casa.
Mi hogar.
Mis manos recorren mi abultado vientre
Tan castigado por la culpa
Tan reprimido por la norma.
Mi mano derecha va a mi pecho izquierdo
Mi mano izquierda a mi vulva
A la que también quieren adelgazar.
Me reconozco.
Es mi cuerpo.
Soy yo.
El agua me recorre entera
Y mis manos llegan por el cuello a mi pelo
A mi linda cabeza
Donde habitan las ideas:
Quiero ser libre
Quiero amarte
No quiero sufrir.